¿Puede llegar a La Moncloa quien se alegra cuando las cosas van mal y calla cuando van bien?
¿Alguien ha escuchado en las últimas horas a Mariano Rajoy felicitar a los ciudadanos españoles y felicitarse a sí mismo –como buen patriota que dice ser- porque en el mes de junio el paro ha bajado en 55.250 personas? Desde mayo hasta el 30 de junio, el incremento de empleados roza los 80.000. Pero Rajoy al respecto permanece mudo y sus lenguaraces palmeros, también. Todos sabemos que este recorte de personas sin trabajo obedece a causas diversas, aunque fundamentalmente es fruto de las medidas adoptadas por el Gobierno para paliar los efectos más inquietantes de la crisis económica internacional.
El silencio de la derecha es en todo caso un silencio elocuente. Ni a Rajoy ni a su alegre muchachada les reconfortan los resultados sobre el descenso del paro. Lo cierto es que les enojan. Recordemos, por ejemplo, al muñidor de la política económica del PP, Cristóbal Montoro, cuando se le hacía la boca agua -hace bien poco- imaginando el día glorioso de los cinco millones de parados. Ahora, ha declarado, con ironía estulta, que él se ofrece al presidente del Gobierno para darle lecciones de economía. Y no había terminado, el egregio Montoro, de decirlo cuando se difundieron las cifras actuales del paro.
Los “brotes verdes”
No hay que lanzar las campanas al vuelo. El dato global del paro registrado rebasa los 3.564.889 de desempleados y continúa siendo muy preocupante. Pero aquellas palabras de la ministra de Economía, Elena Salgado, afirmando que se oteaban “brotes verdes” en el ámbito económico y social se están cumpliendo de forma razonable. Convendría recordar –para comprobar una vez más la miseria moral de buena parte de la derechona- las risotadas sarcásticas, los vituperios y los insultos al por mayor lanzados contra Salgado y Zapatero a propósito de esos “brotes verdes”.
La receta que nadie le compra a Aznar
Más o menos a la misma hora que ayer peroraba José María Aznar vendiendo su receta anticrisis que, por cierto, ningún Gobierno del mundo se la ha comprado, Felipe González hablaba en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander y subrayaba un aspecto sustancial de la crisis. Ni los grandes analistas, ni las grandes “cabezas de huevo” de la economía mundial, ni el Fondo Monetario Internacional sabían que se iba a producir una “barrena de tal magnitud”, según González. Estas cosas son conocidas, pero los populares no han querido aún enterarse porque -de hacerlo- tendrían que reconocer al menos que Zapatero tenía razón cuando demostraba su ignorancia, como el resto de gobernantes, respecto a una crisis cuyo alcance nadie fue capaz de diagnosticar entonces con acierto o exactitud.
Manirroto y pelele
Rajoy y compañía han basado su estrategia política, en esta segunda legislatura, en presentar a Zapatero como un idiota, incapaz de frenar la crisis y a punto de arruinar España. Sería Zapatero, conforme señalan siempre que pueden los genoveses, un manirroto que va repartiendo dinero sin ton ni son y un pelele que nos va a llevar al abismo. Pero de pronto, y para desgracia del PP, se atisban síntomas que permiten albergar un relativo optimismo. ¡Lo que le faltaba a Rajoy! No logra sacudirse el caso Gürtel, en el que él se juega mucho.
Peligrosa pesadilla
Incluso se juega su futuro político y el de su partido. Y, mientras, los brotes verdes se le han empezado a aparecer hasta convertirse en una peligrosa pesadilla. Apostar por el “cuanto peor, mejor” conduce al desastre, salvo que los vaticinios de los falsos profetas se transformen en realidad. ¿Puede llegar a La Moncloa aquel que, para conseguir su objetivo, tiene que alegrarse necesariamente cuando las cosas van mal y, en cambio, callar enfadado cuando van bien? Pues eso, al paso que va, es lo que le puede acabar pasando a don Mariano.
Enric Sopena es director de El Plural
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