15/03/2008
A por Rajoy con esperanza
Ya ven ustedes, la semana pasada despedía esta columna prometiéndome un cargo público de la relevancia que merece el trabajo que desde aquí he realizado, y mi triste figura se ve condenada a vagar cuatro años más por las páginas de este penoso diario progresista, que me soporta simplemente para no tener que cambiar el nombre de El Plural.
Y todo por culpa de “maricomplejines”. No será porque Federico, Pedro J. y un humilde servidor no nos hayamos cansado de decirle que contra Zapatero había que tener más mano dura, pero él ni caso, un blando. No bastaba con poner en duda la actuación del PSOE en el 11-M; ni con atribuirle escondidas alianzas con ETA para acabar con la unidad de España; ni tan siquiera augurar el hundimiento catastrófico de la economía. Para acabar con Zapatero, y mira que se lo habrá dicho mañanas Federico, había que utilizar balas de más grueso calibre. No sé, quizá insinuar que trabajaba para el servicio secreto marroquí, o que es un masón a las órdenes del mismo Satanás, bueno ahora que recuerdo esos dos argumentos ya los utilizamos. En fin, no caigo ahora, pero algo más gordo.
Quitada la máscara del culpable de este desaguisado sólo me queda unirme a mis amigos del alma, para conseguir que Esperanza tome las riendas de este caballo desbocado que es ahora el PP. Aunque el cobarde haya huido a refugiarse en las falleras faldas de Camps, no podrá quedarse allí para siempre. Tarde o temprano regresará a Madrid y aquí lo esperamos los liberales de verdad para dar buena cuenta de su cadáver político y, a poco que se descuide, del personal.
Sólo vamos a echar en falta al buenazo de Sánchez Dragó, que se quiere ir a cuidar niños pobres a la India. Y dirán ustedes, menuda incongruencia para un liberal, ¿por qué ayudar a quienes no han sabido sacar provecho del bien de la libertad otorgado por Dios? Pues porque a Sánchez Dragó, después de haberse pasado por la piedra, según sus propias estadísticas, a más de mil mujeres, se le ha ablandado el espíritu y como se tire a una más es capaz de acabar siendo tan socialdemócrata como Rajoy. Miren en cambio a Federico y Pedro J., hombres castos y puros, alejados por completo de la lujuria, dedicados en corpiño y alma a la causa, dos piedras que resisten el desgaste del agua progresista.
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