Quizá a alguno de ustedes, sobre todo si están poco avezados en la intríngulis política, les llame la atención que un hombre de derechas y españolista como yo, dé las gracias a alguien aparentemente tan distinto como el presidente del F.C. Barcelona. Pero verán como no tardarán mucho en entender el motivo de mis congratulaciones, cuando les descubra que en realidad somos casi la misma persona.
Para comenzar, y no es algo superficial en absoluto, los dos somos de clase alta. Yo por nacimiento, él por advenimiento, pero alta al fin y al cabo. Eso nos da una perspectiva que hace que afrontemos la vida de una manera diferente. Vivimos en una especie de atalaya construida por encima de las gentes de clase media y baja, que nos permite divisar la inmensidad del bosque, mientras ustedes luchan por distinguir el mísero árbol que tienen poco más allá.
Ambos somos nacionalistas, él catalán, yo español. Al fin y al cabo una simple diferencia de tamaño (de país, aunque en verdad, y aunque me esté mal decirlo, yo sea bastante más alto que Jan). Pero en esencia, como todos los nacionalistas, pensamos exactamente igual. Los dos nos emocionamos con himnos y banderas, y encontramos la fuerza que guía nuestras vidas en la creencia de que pertenecemos a una comunidad que no sólo nos hace sentir fuertes, si no para la que somos, desde la ya mencionada atalaya, una luz que guía e ilumina a los de abajo (ustedes, para más señas).
Y, porque no reconocerlo, ambos hemos convivido con naturalidad, sin odio ni aspavientos, con el franquismo. Yo desde las raíces mismas de mi partido, él desde la familia. Es motivo de admiración que un catalanista que marcha al frente, antorcha en mano, de un partido en teoría de izquierdas, como Esquerra Republica, hubiera escogido para su junta directiva y para su mesa de Navidad, a un franquista que haría sonrojar con sus ideas a nuestro admirado Presidente Fundador.
Pero no le doy a Jan las gracias por ser como es, si no por el simple hecho de existir. Qué sería de lo que él denomina la “caverna españolista”, si no existiera el pozo catalanista. Sin gente como él, ¿cómo iban ustedes a creerse la amenaza del separatismo? Y sin nosotros ¿qué enemigo se habría de buscar Jan para justificar la terrible opresión en la que vive Cataluña? Nosotros les damos en Cataluña los votos que ellos nos ceden con inmensa generosidad en el resto de España. Y ustedes, sean nacionalistas de un país pequeño o grande, sobre todo no dejen de seguir ciegamente nuestras antorchas, no importa si es una u otra, lo importante es que no se dispersen y les dé por descubrir que se puede vivir en otras zonas del bosque, del bosque que pertenece a los de la atalaya
BORJA MARÍA ZALLANA DE LOS ACEBOS
Artículos de El Plural
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