¿Partido Popular o Partido de los Hipócritas?
Fue en Castellón, pero parecía una estampa siciliana, ver a Rajoy cogido del bracete de un presunto delincuente
El PP tiene un problema y es incapaz de resolverlo. Prefiere en la práctica el “aquí mando yo” a la democracia. Se proclama oficialmente de centroderecha, pero con frecuencia se comporta como un partido de la derecha radical o derecha extrema. Lo fue con Fraga Iribarne, lo fue con Aznar López y lo es ahora con Rajoy el bifronte [ora centrista, casi siempre reaccionario]
Tras el pronunciamiento de Jaime Mayor Oreja en favor de las tesis provocadoras y cavernarias del cardenal Antonio Cañizares sobre la nueva ley del aborto y sobre la pederastia de no pocos clérigos, a la cúpula popular le ha entrado el canguelo. Temen con razón que sus exhibiciones ultramontanas movilicen a los votantes de izquierdas, de modo que incluso puedan –a causa de tales excesos- perder las elecciones europeas. ¿No sabía de sobras Rajoy y sus fieles más próximos quién es –ideológicamente hablando- Mayor Oreja? Es nitídamente un franquista nostálgico y camuflado. Un tipo que –como otros meapilas populares- tiene la jeta de defender el porqué no usar coche oficial para ir a misa.
Santa Bárbara cuando truena
Pero como demostró Cospedal a toda prisa, desmarcándose de Cañizares, en el PP sólo se acuerdan de Santa Bárbara cuando truena. En el día a día afloran cada dos por tres síntomas inequívocos de su profunda coincidencia básica con la derecha de toda la vida. Desde un diputado separador que, en el País Valencià, se negó a felicitar explícitamente al F.C. Barcelona por la Copa europea, alegando que es un club extranjero, hasta la euforia que provocó el otro día, entre los populares, la sentencia de la sala penal del Supremo que desautoriza en cierto modo a Garzón y legitima la dictadura franquista.
Capítulo execrable
¿Cómo puede presumir, Sr. Rajoy, de ser un demócrata, cuando sistemáticamente ataca a sus rivales por lo mismo o parecido que usted y su partido han hecho? Eso no es ser demócrata. Eso es ser hipócrita. Los ejemplos que confirman esta teoría son abundantes y contundentes. Uno de ellos, singularmente amargo, fue la actitud de la derecha frente al proceso de paz en Euskadi. Se trata de uno de los capítulos más execrables de Rajoy, quien además quiso borrar de la memoria colectiva la tregua de ETA gestionada, pocos años antes, por Aznar.
Al servicio del presidente
Otro episodio protagonizado por los conservadores hipócritas se está registrando ahora mismo. Aquellos que utilizaron aviones, helicópteros y coches oficiales sin mesura, cuando gobernaron a lo largo de ocho años, para acudir a actos electorales, o a mítines, ponen a parir a Zapatero por trasladarse en un Falcon de las Fuerzas Armadas, que está al servicio del presidente del Gobierno.
“Político ejemplar”
¿Cómo puede ser tildado de estrictamente democrático un partido cuyo líder máximo se pasea de forma triunfal por las calles de Castellón, cogido del bracete con un presunto delincuente, “político ejemplar”, al que la Fiscalía le pide, por uno de sus actos probablemente ilegales, dos años de cárcel? ¿Era Castellón lo que hemos visto en las televisiones o, para ser más exactos, parecía una imagen siciliana? Rajoy procura con todas sus fuerzas bloquear –en cuanto a la trama Gürtel y algunas derivadas de corrupción política- la acción de la justicia.
Aberrante caricatura
No ha escudriñado el jefe de la derecha, en el interior del PP, ni uno solo de los escándalos conocidos. No ha abierto ni siquiera expedientes informativos. Le pareció bien a Rajoy -y así lo dijo públicamente- que Esperanza Aguirre pusiera en marcha una aberrante caricatura de lo que debió ser y no fue la Comisión de Investigación Parlamentaria sobre el affaire de los espías.
Un día ya lejano
En efecto, el PP tiene un problema y no sabe como resolverlo. Un día ya lejano, Aznar dijo y repitió con insistencia que su partido había iniciado el viaje al centro. Sin embargo, no debió de hacer ese viaje con AVE, por cierto, un éxito primero de Felipe González y luego de Zapatero, y que va a hacer suyo el presidente Obama. Con el AVE el PP habría llegado hace ya mucho tiempo a la estación término. Pero debió de hacer el recorrido únicamente en sueños, de modo que el centrismo ni está ni se le espera en Génova 13. Y es que los conservadores dicen una cosa y hacen la contraria. En realidad el PP tendría que llamarse el Partido de la Hipocresía. Es su plato preferido.
Enric Sopena es director de El Plural
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