Artículos de El Plural

EL UNICO QUE ESTA BAJO SOSPECHA ES EL PP

El Bigotes sirvió 12 años a Aznar y montó a Rajoy el Congreso de Valencia
Aquí, y a raíz del caso Gürtel, el único que está bajo sospecha es el PP
En España no están bajo sospecha ni el Estado de Derecho, ni el Gobierno, ni las distintas instituciones que lo integran, a pesar de cuanto vienen repitiendo de forma incansable y torticera los voceros del Partido Popular, desde Mariano Rajoy a Esperanza Aguirre y su corte de propagandistas del embuste. Aquí el único que está bajo sospecha es el PP.
No es ésta una afirmación demagógica. Por desgracia para los populares y, sobre todo, para el régimen democrático vigente, ésta es una realidad. ¿Quién es Álvaro Pérez, El Bigotes, más allá de ser el número dos de la trama Gürtel? La respuesta la dio José Tomas, al que de modo impreciso se le llama el sastre.

Contestando a preguntas de nuestra compañera Cecilia Guzmán en la entrevista publicada este lunes pasado en El Plural, y tras asegurar que se sorprende cuando muchos del PP dicen ahora que apenas conocen a Pérez, recordó José Tomás lo siguiente: “Es una persona que durante 12 años ha tenido la responsabilidad de que a cualquier sitio del mundo que fuera Aznar, o los dirigentes populares, él les montaba todos los actos (...)”.

Sólo con este dato, en cualquier país europeo de acrisolada tradición democrática –con la salvedad de la Italia de Silvio Berlusconi-, se habría montado la de Dios es Cristo. ¿Cómo es posible que el líder de la derecha española y más tarde presidente a lo largo de ocho años del Gobierno, José María Aznar López, tuviera como uno de sus más estrechos colaboradores a un presunto delincuente cuyas hazañas de enriquecimiento se han desarrollado en el interior del PP o en sus alrededores sociológicos y empresariales? Y lo que parece más increíble. ¿Cómo es posible que Aznar todavía no haya abierto la boca al respecto y no haya dado explicación alguna?

Pero la historia de Pérez tiene, en el sentido apuntado por José Tomás, un recorrido en absoluto lejano. Hemos podido contemplar en diversas ocasiones las imágenes de El Bigotes en algún que otro mitin de Mariano Rajoy Brey en la Comunidad valenciana, con motivo de las elecciones generales de 2008, hace aproximadamente año y medio.

Sabemos también -conforme a la versión del hombre por cuyas manos pasaron como experto en el negocio de las sastrerías los trajes gratis total de Francisco Camps- que el Congreso de Valencia, celebrado hace un año y un mes, en el que Rajoy fue entronizado presidente del PP, fue montado por Pérez. [Otra parte del montaje le correspondió a Elena María Sánchez Álvarez, mujer de Juan Costa y cuñada de Ricardo Costa, secretario general del PP valenciano y, a su vez, implicado en el caso Gürtel]

Todo esto no es fruto de la casualidad o de algunos sinvergüenzas que metieron la mano en el cazo, aprovechando cualquier coyuntura favorable a los hurtos o a los robos. La trama Gürtel es algo de mucho mayor calado, que se ha extendido por doquier. Ayer saltó la noticia de que la misteriosa Fundación de la Comunidad de Madrid –de nombre Fundescam-, feudo de Esperanza Aguirre, estaba contaminada también, y a gran escala, por esa banda o, si se prefiere, organización de corruptos.

La película de los hechos –que van afortunadamente aflorando- nos retrae además al tamayazo, aquel fraude electoral que terminó con Aguirre de vencedora cuando unos meses antes había sido derrotada por la coalición de las dos izquierdas, la socialista y la que representa IU. Y nos sitúa en un cúmulo de irregularidades –probablemente delictivas- que es urgente investigar por la vía judicial. Entre los financiadores no es menor la circunstancia de que se encuentre el presidente actual de la CEOE, Gerardo Díaz Ferrán, el mismo que dijo hace unos meses aquello de “Esperanza sí es cojonuda”.

La red de la corrupción está cada vez más a la vista. El capítulo de los espías –que Aguirre cerró en falso, cargándose de un manotazo la Comisión Parlamentaria de Investigación- resurge nuevamente. Poco antes, la presidenta madrileña se había cargado asimismo la investigación interna de la que María Dolores de Cospedal fue su responsable por encargo de Rajoy. Interviú ha destapado cómo y cuánto se pagó por la vigilancia ilícita del vicepresidente del Gobierno de Madrid, Ignacio González. Aguirre siempre ha negado que hubiera habido espionaje siendo ella presidenta del Ejecutivo autonómico.

Es decir, que si a esto se le añade la trama Matas habrá que convenir que sobran indicios para pensar que es el PP el que se halla en su conjunto bajo sospecha. No olvidemos que Rajoy no ha sido capaz de abrir un rastreo interno acerca del caso Gürtel y ha preferido no tirar de la manta. ¿Por qué? ¿Por qué no ha depurado responsabilidades? ¿Por qué la estrategia adoptada para hacer frente a presuntos delitos ha consistido en echar kilos de basura a policías, jueces, fiscales, ministros, periodistas y el propio presidente del Gobierno? Si no hubieran tenido miedo a que se conociera la verdad, habrían abierto puertas, ventanas y balcones y habrían demostrado que eran honrados y, por ende, que nada tenían que ocultar. Si no lo hicieron así por algo será.

Enric Sopena es director de El Plural